MYTHUS DE ATLANTIDIS MYTHI . El mito del mito de la Atlántida .


MYTHUS DE ATLANTIDIS MYTHI

(El mito del mito de la Atlántida)

La falacia de la comparación de la Historia de la Atlántida con el “Mito de la Caverna”

Por Georgeos Díaz-Montexano

La caverna de Platón. Grabado en 1604 por Jan Saenredam

La caverna de Platón. Grabado en 1604 por Jan Saenredam sobre un dibujo de Cornelis Cornelisz. Fitzwilliam Museum, Cambridge.

Uno de los ataques ‘ad hominem’ más comunes que aún me sigo encontrado en la red (siempre por parte de pseudoscépticos/fundaescépticos y simpatizantes de estos) hacia mis investigaciones e hipótesis sobre la Atlántida consiste en tacharme de ser un “desvergonzado manipulador” cuando defiendo que la narración de la Historia de la Atlántida no es un mito como el mismo Platón a través de Critias y Sócrates sostiene, y, que de hecho, Platón expresa un claro rechazo hacia el mito como algo nocivo para la educación racional del ser humano, pues según estos ultra-fundamentalistas del escepticismo más radical, yo nunca tengo en cuenta el “Mito de la Caverna”. Sorprende como la ignorancia sigue siendo tan atrevida… Señores fundaescépticos, queridos detractores, a ver si se enteran un poco más y dejan de guiarse tanto (o únicamente) por la “Sagradas Escrituras Escépticas”. La caverna platónica no es un mito sino una alegoría, imagen o representación. Un ejercicio de representación ideográfico-iconográfico con claros fines didácticos que Platón nos ofrece en el libro VII de la República. La caverna platónica en ningún momento es presentada ni descrita como un mito sino como una alegoría. Alegoría y mito son dos entidades completamente diferentes una de la otra. Se puede hacer una interpretación alegórica de un mito, pero lo contrario es un completo absurdo. Sólo un ignorante total de los textos platónicos –o un ignorante de las categorías y conceptos filosóficos, retóricos y literarios- podría sostener tamaño disparate. El propio enunciado de “Mito de la Caverna” –lamentablemente mucho más extendido- ya de por sí es una grandísima falsedad. No existe ningún “Mito de la Caverna”, pero sí una Alegoría de la Caverna…

Los mitos siempre se consideran un legado de otras generaciones que es trasmitido por tradición -ya sea oral o escrita- de generación en generación, pero jamás se expresan como propia invención ni se presentan así, de la nada, y de ahí que Platón no se le ocurrió jamás recurrir a un mito que no fuera antes ya conocido en alguna de sus variantes, que contara con ese necesario pedigrí que sólo confiere la tradición oral o el ἀκοῆ (por lo que se oye). En la obra de Platón claramente se identifican los mitos cuando estos son usados como herramientas en el cuerpo de las discusiones, de la misma manera que claramente se exponen las alegorías como ejercicios de imaginación ideo-iconográficos. La alegoría, a diferencia del mito, sí puede ser perfectamente creada como un recurso nuevo, como una quasi creatio ex nihilo, útil para la exposición de la ideas. Así vemos como claramente Sócrates inicia la exposición de tal ejercicio ideográfico con el imperativo griego ἰδέ ‘imagina’ (en el sentido de mirar con los ojos de la mente, hacerse una representación o imagen mental), y también usa εἰκόνα ‘imagen, semejanza, retrato, representación gráfica, forma imaginaria, imagen mental’. Por consiguiente, clara y manifiestamente nos muestra Platón –a través de Sócrates- que se trata de mero ejercicio de imaginación ideo-iconográfica, el cual es sugerido para que podamos hacernos una representación o imagen mental y así entender mejor la enseñanza que nos quiere trasmitir con tal alegoría.

Por otra parte, la historia de la Atlántida, que es referida como una “historia verdadera” (ἀληθινὸν λόγον Tim. 26e) sustentada en antiguas tradiciones, exactamente: “una historia traída desde una antigua tradición” (λόγον εἰσηγήσατο ἐκ παλαιᾶς ἀκοῆς Tim. 20d), clara, y objetivamente, no es presentada en ningún momento como un mito ni como una alegoría, con independencia de que en su propio contenido o desarrollo contenga ciertas imágenes alegóricas y personajes de la mitología clásica; hallándose en la misma una brevísima alusión a un único mito griego, el de la repartición del mundo por los dioses olímpicos una vez que vencieron a los titanes, justo cuando se menciona cómo entonces le correspondió a Poseidón la isla de Atlantis. Casualmente este mito es el único puntualizado por Platón -a través de Sócrates- como una verdadera historia convertida en mito. Y esto debe verse, en última instancia, como que Platón –por alguna razón que desconocemos- estaría realmente convencido del sustrato histórico subyacente en tal mito.

Una buena prueba indiciaria de peso a favor de la veracidad del relato de la Atlántida, como una narración sustentada en hechos o tradiciones históricas, es el hecho constatado de que la historia sobre la Atlántida jamás fue referida ni tratada en ningún libro griego de mitografía, mitología o poesía mítica. Siempre es referida (en la casi totalidad de los casos sin dudarse de su veracidad) en libros que se consideran de temática científica, es decir, en libros de historia, geografía, astronomía o filosofía. Ello demuestra que para todos los antiguos pensadores y sabios del mundo clásico grecolatino no era la narración sobre la Atlántida un simple mito o ficción ni una mera leyenda. Era materia de discusión seria y científica (histórica, filosófica, geográfica, etc.) porque, obviamente, se consideraba una narración histórica, o cuando menos basada en antiguas tradiciones (ek palaias akoê), tal como se afirma en los mismos textos de Platón.

La narración de Atlantis es estructurada -en detalle- y presentada justamente como lo que se dice que es: como una historia (y, además, verdadera) no como un mito ni como una alegoría. Por consiguiente, no se puede seguir diciendo que es un mito, porque no lo es, y nunca lo fue; de hecho, no aparece registrada como mito en ningún otro autor, en ninguna otra fuente que la presente como parte del legado de tradición mitológica griega. Así pues, se puede creer que la narración sobre la Atlántida es una mera invención literaria de Platón, por supuesto, cada cual es libre de creer en lo que quiera creer, pero no se puede afirmar ni sostener -bajo ningún concepto- que es un mito ni una alegoría, porque ello ya es pecar hasta de supina ignorancia, porque muy ignorante e inculto se ha de ser para no saber las claras diferencias existentes entre mito, alegoría, y lo que es presentado como narración histórica, tradición y antropogénesis de un pueblo. Por ello, no tengo ninguna duda de que el relato del Critias debería estar clasificado dentro de un género histórico-antropológico, y hablando en términos clásicos, logográfico o histórico propiamente dicho; porque, incluso aunque se pudiera demostrar que en realidad fue una pseudohistoria, o sea, una “falsa historia” inventada por el mismo Platón, aún así, esta seguiría siendo una narración de género histórico-antropológico y no un mito ni una alegoría. Por que dos asuntos bien distintos son la historicidad real que pueda subyacer, o no, en la misma y el que estructuralmente esta haya sido presentada como una historia verdadera y no como un  mito inventado, y que la exposición se corresponda a su vez con un estilo narrativo-descriptivo propio de las narraciones históricas y no de los mitos.

Platón no tenía ni la más mínima necesidad de fabricar una falsa historia ni mucho menos de esforzarse en tantos detalles descriptivos, exóticos y ‘sui generis’, y hasta filológicos tal y como vemos cuando explica la reveladora etimología del nombre de Gadeiro a través del griego Eumelo, ni muchos menos incluir no pocos elementos que precisamente sembrarían la sombra de la sospecha –en el caso de que se tratara de una falsificación- obligándole así a realizar arriesgadas aclaraciones como, por ejemplo, elegir nombres griegos para los personajes Atlantes, que eran bárbaros (o sea, no griegos), de una civilización con lengua diferente a la griega, cuando habría sido mucho más fácil y más seguro para una falsificación histórica de tal tipo haber usado directamente nombres bárbaros (egipcios, fenicios, célticos, etc.), ni hacer uso de datos tan exagerados que igualmente le obligaran a realizar más arriesgadas aclaraciones, por ser poco creíbles como la exagerada dimensión de todo el canal que rodeaba a la gran llanura o el número de Nereidas elevado a cien cuando de sobra era conocido que su número no era superior a la mitad. Tampoco es de sentido común suponer tan retorcidamente -como ya han hecho no pocos escépticos mal pensados- que precisamente Platón hizo todo eso para que después otros pensáramos justamente como yo lo hago ahora, y así pudiéramos confiar en su palabra cuando en realidad, simplemente nos estaba tomando el pelo ¡Esto es completamente absurdo! Es muy poco creíble -y menos aún defendible- que un filósofo, un gran pensador, un sabio que dedicó más de media vida a la búsqueda de la verdad y a la defensa de las virtudes como algo superior y más que necesario, que se enfrentó manifiestamente al engaño y a los mitos -precisamente por considerarlos nocivos- y que sólo recurrió a ellos en las ocasiones que le era estrictamente necesario, especialmente para contra-exponer argumentos desde un punto de vista más racional, o como simples recursos para la mayéutica del discurso, haya a su vez sido capaz de perpetrar el mayor fraude de la historia, la mayor falsificación histórica jamás concebida ni por la más retorcida mente humana.

Tan poco defendible es la teoría (convertida en dogma académico, por el argumento de la fuerza y no por la fuerza del argumento) de que Platón fabricó el mito de la Atlántida, o lo que es lo mismo, que perpetró de manera consciente una gran falsificación histórica, que en 1999 el mismo Luc Brisson, reconocido helenista canadiense, traductor, editor y especialista en los textos de Platón, y uno de los principales defensores modernos del actual dogma académico de Platón como “fabricante de mitos”, se ve obligado a reconocer, sin embargo, que de las tres posturas principales sobre la naturaleza de la narración de la Atlántida: “una pura ficción o invención”, “una alegoría política”, o “un documento histórico”, la primera, la “plus radicale”, es “difficilement défendable”, precisamente por no tenerse en cuenta la insistencia del mismo Platón en que se trata de un Historia Verdadera.

En fin, en cualquier caso, hasta cierto punto debemos exculpar la ignorancia de los pseudos-escépticos radicales (la gran mayoría sin formación y titulación académica alguna en ciencias de humanidades, dicho sea de paso, ya que les gusta tanto atacar por este frente) cuando ellos, a fin de cuenta, sin pensar por si mismos y como simples creyentes fundamentalistas se limitan a repetir como loros las dogmáticas afirmaciones de sus adorados dioses y gurúes del escepticismo y de la ciencia académica universitaria establecida mediante “Peer-Reviewed”. Veamos, por ejemplo, en pocas palabras, que nos dicen los doctores Thomas Brickhouse del «Lynchburg College» y Nicholas D. Smith del «Lewis & Clark College» sobre la Atlántida en una de las fuentes más seguidas por los funda-escépticos, The Internet Encyclopedia of Philosophy (http://www.iep.utm.edu/), que es como la Wikipedia de la filosofía para ellos:

«…The Myth of Atlantis

Plato’s famous myth of Atlantis is first given in the Timaeus, which scholars now generally agree is quite late, despite being dramatically placed on the day after the discussion recounted in the Republic. The myth of Atlantis is continued in the unfinished dialogue intended to be the sequel to the Timaeus, the Critias…» (Plato. The Internet Encyclopedia of Philosophy. http://www.iep.utm.edu/plato/).

Y el mayor despropósito de falsedades jamás escrito sobre Platón, quien es presentado nada menos que como un simple “fabricador de mitos” (como no, para poder justificar como mito la Historia de la Atlántida) lo vemos en otras de las “sagradas escrituras” de los funda-escépticos, la “Stanford Encyclopedia of Philosophy (SEP)”. Véase sino el reciente artículo del 2009 titulado precisamente como Plato’s Myths (http://plato.stanford.edu/entries/plato-myths/), donde podemos leer afirmaciones tan peregrinas y falsas como la siguiente: “Plato is both a myth teller and a myth maker”, o “There are also in Plato myths that are his own, such as the myth of Er (Republic 621b8) or the myth of Atlantis (Timaeus 26e).”.  Ojo al detalle de que los autores de esta prestigiosa, reputada, rigurosa y autorizadísima enciclopedia de filosofía ni siquiera saben que el supuesto “mito de la Atlántida” no comienza en el Timeo 26e, en todo caso se podría decir que ahí termina (aunque con más precisión terminaría en el Timeo 25d). Lo que vemos en Timeo 26e es justamente la afirmación de Sócrates de que la narración de la Atlántida es una Historia Verdadera (ἀληθινὸν λόγον) y no un mito inventado, o sea, justo todo lo contrario de lo que se afirma en esta enciclopedia ¿Cómo se puede usar entonces como referencia de una afirmación en la que Platón es presentado como un fabricante de mitos y donde se cita como ejemplo el “mito de la Atlántida” un pasaje del Timeo donde justamente se expone todo lo contrario? ¡Increíble! Más absurdo imposible…

Pues ya veis, la Atlántida es un mero mito ¡y ya está! porque sí, y no hay nada más que discutir ni argumentar siquiera… Aunque en realidad este dogma es la mayor de las manipulaciones sobre lo que en verdad nos expone Platón y de lo que verdaderamente representa en su esencia semántica y estructura formal literaria la propia narración de la Historia de Atlantis, da igual, la Atlántida, para los escépticos (especialmente para los fundaescépticos) es y tiene que seguir siendo un mito. Así que no nos extrañemos demasiado si vemos a los fundaescépticos como perros rabiosos atacar a todo aquel que defienda lo contrario cuando sus maestros -y casi dioses- les están diciendo (sin necesidad de argumentar o demostrar nada de manera correcta), con total dogmatismo, que la Atlántida es un mito, aunque para ello haga falta hasta tergiversar los hechos y “pasarse por el forro” a los propios conceptos filosóficos, retóricos y literarios.

«La Atlántida no es una Alegoría». Marsilio Ficino, fundador y director de la Academia platónica florentina; el primer gran traductor de las Obras de Platón.

Marsilio Ficino

«…Consta ser la presente del Atlántico, Historia Verdadera y no fingida. Lo primero, porque donde finge Platón alguna cosa acostumbra llamarla fabula. Aquí se atreve a asegurarla como historia. Lo mismo asevera en el Timeo, llamándola Historia Maravillosa, pero en toda verdadera. Además de esto en ambas partes alega aquellos de quien lo aprendió, que fueron sus progenitores y sus parientes. Critias lo trasladó de su abuelo Critias y este de Solón, su tío, que lo dejó escrito, y Solón de los sacerdotes de Egipto. Además de esto, Proclo cita las Historias de Etiopía compuestas por Marcelo, en que se manifiesta con toda evidencia esta Historia, insertada entre sucesos de los Etíopes. Pero aunque ninguno de los platónicos niega ser Historia Verdadera, sin embargo, Porfirio, Proclo, y antes que ellos Orígenes, quieren que esté en su contenido algo de alegoría física. De los cuales juzgo se riera, haciendo burla Platón, si intentaran ajustar cada cosa de este libro a Alegoría. Porque leo que se burló en el principio del Fedro, a través de la persona de Sócrates, de este género de las Alegorías…» (Marsilio Ficino en su Prólogo al diálogo de Critias o el Atlántico, 1484).

IN ATLANTIS IBERIA . MAIUS . A.D. MMXI
Georgeos Diaz-Montexano

3 comentarios en “MYTHUS DE ATLANTIDIS MYTHI . El mito del mito de la Atlántida .”

  1. Un artículo muy interesante. La verdad es que tras mi primera lectura del Critias terminé por pensar que estaba ante una «creación» del propio Platón. Fue durante la elaboración de un pequeño trabajo sobre la Utopía. El Critas de Platón, la Nueva Atlántida de Bacon, la Utopía de Moro, e incluso el Edén de la Biblia o la fastuosa ciudad homérica de los feacios me hicieron pensar que todas éstas fueron expresiones artísticas de un sentimiento inherente al ser humano: por un lado el deseo de una sociedad «ideal» donde el ser humano pueda desarrollar todas sus capacidades humanas y, por otro lado, el temor a la perversión antinatural que esto supone. La verdad es que la posibilidad de que todos esos lugares existieran y fueran conocidos por los autores, quitando los de la Edad Moderna (que si son obras de la imaginación pura), es fascinante, y bastante difícil de demostrar cualquiera de los dos puntos de vista, que hubieran existido o no desde los meros textos es complicado de demostrar.
    Muchas gracias por publicar este artículo, me ha recordado aquél trabajo y me ha animado a retomar la investigación desde una perspectiva diferente.

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  2. Muchas gracias por compartir esto. Sin duda entiendo como nos hacen pasar malos ratos estos científicos de dogmáticos, yo también me he enfrentado con personas que solo repiten textualmente (con términos altamente rebuscados) lo que han leído y que elevan a nivel de axioma, cuando en verdad, si entendieran lo que están leyendo podrían decirlo con palabras más simples, pero como es más fácil recordar que comprender, mejor recurren a la memorización. Pero creo que con este artículo has refutado excelentemente a esos entronizados líderes académicos, los cuales sin duda solo delatan una parcialidad con intereses oscuros. Quién sabe que fines tengan esos con mantener la propaganda de desinformación.

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